Margueritte no se entera de nada, ha nacido en el lado bueno
de los libros, lo que está escrito le parece evidente.
"Inevitablemente, eso me limita. A lo mejor por eso parezco
muy directo, por hablar sin rodeos. Pero un gato es un gato, y un coño es un
coño, ¿qué le voy a hacer si existen esas palabras? Las uso y punto. Tampoco es
para rasgarse las vestiduras.
Pero también me acompleja. Y no tanto porque de quince
palabras que digo, doce son vulgares, sino porque con quince no basta para
contarlo todo"
Lo que me hace llegar a la conclusión de que con las
personas sucede lo mismo: que seas inculto no quiere decir que no puedas
cultivarte. Solo hace falta encontrar un buen agricultor. Si este no sabe o es
torpe, te echa a perder.
Landremont…/es la clase de gente que, en tres frases,
transforma el paraíso en un vertedero. No te baja la moral, te la entierra.
-
En realidad, no quiero un libro…quiero un libros para
leer, eso es todo.
-
Muy bien, entiendo-me dijo…Y con una sonrisa de
vendedora continuó- ¿De actualidad, ensayo o ficción?
-
No, solo un libro que cuente una historia, ¿se da
cuenta?
-
Ficción pues. ¿De qué género?
-
Corto –dije.
-
¿Relatos?
-
De noticias no. Historias inventadas.
-
¿…?¿Una novela?
-
Eso es, una novela. Una
novela me servirá. Pero muy corta.
Se levanto y se dirigió hacia las
estanterías repitiendo para ella:
-
Una novel muy corta…Una novela muy corta…
-
Y fácil si tiene.
Se detuvo diciendo: ¿Ah? Y
continuó:
-
¿Para un niño de qué edad?
Estaba empezando a tocarme las
pelotas.
-
Es para mi abuela –le dije.
La señora se largó al tiempo que
me decía: “regreso inmediatamente, aproveche para mirar, las novelas de adultos
están ahí”
…/vi a un crío, miraba los
títulos y comprobaba lo que había escrito detrás. Pensé: mira, no es tonto el
niño, voy a leer lo que cuenta de la historia en la parte de atrás y eso me
ayudará un poco”
No me ayudó nada.
Yo me decía: “pobre cenutrio, si
ni siquiera entiendes el resumen ¿qué quieres pillar del resto?”
Mi historia de amor con los
libros siempre empieza mal.
Y por fin, un día, mientras
cuentas palomas, conoces por casualidad a una abuela disponible y acabas con la
peste, los jíbaros, el pobre señor Gary, que sigue llorando a su madre, y la
niña de Venecia, que en realidad, vive en el océano. Por no hablar del
diccionario que, pese a todo, es un libro que te engancha, teniendo en cuenta
el tiempo que pierdes para encontrar cualquier cosa. Y poco a poco, ya no ves
las cosas igual que antes. Dejas de follar y haces el amor, aguantas a tu madre
y vas a la biblioteca.
Tardes con Margueritte. Marie-Sabine Roger.
4/5